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La codicia

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo. Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huida. Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a salvo. Entonces se dijo el león: Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.

La codicia es el deseo impulsivo de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes, algo que es bueno según nuestros ojos. Dios había revelado a Moisés entre los diez mandamientos la prohibición de usar la codicia, diciéndole en Exodo 20:17 y Deuteronómio 5:21No codiciarásla casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

En este mandamiento Dios advierte a tener cuidado y no permite tener solamente deseos de adquirir mas cosas, no se refiere a las necesidades, sino a la envidia, a la codicia por la posesión, cuyas consecuencias son la infelicidad, el odio, la mala hierba del egoísmo y la soberbia, que nos apartan del Amor y de Dios.

Es importante saber apreciar lo que los demás tienen, porque nos hace humildes, y nos enseña a valorar cuanto Dios nos ha dado. La envidia es la puerta de la infelicidad, porque provoca el insano de tener lo de los demás.

El deseo es bueno y honesto cuando es fuente de progreso en la vida. Dios sólo nos recomienda no desear las cosas ajenas que nos hagan apropiárnoslas indebidamente: nos invita a no desear el mal que lleva al pecado y que arruina nuestro espíritu y alma. Tenemos que ser sabios y vigilar con la razón y la voluntad cualquier deseo para que no se convierta en codicia.

Lucas 12:15ss, describe que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Y en Mateo 6:19-21, Jesús nos amonesta: «No acumuléis tesoros en la tierra…” ¿Porque sigue la codicia si ya sabemos que no es bueno? ¿Como harás para poder vencer la codicia?

Ora a Dios, mi buen Señor ayúdame a ser honesto conmigo mismo y a aceptar con humildad mi condición y capacidad, gozandome con tus riquezas brindadas cada día al recibir tu bendición. Ayúdame a valorar tus provisiones y a valorar las cosas de los demás, sin querer tomarlo como mio, te pido en el nombre de Jesús, amen.

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