QUE NO SE APAGUE EL FUEGO

Desde criatura recuerdo que siempre hacíamos fuego para preparar la comida, o simplemente que nos sirva de luz en la oscura noche. Para esto juntábamos las leñas y se encendían todas juntas, pero con el correr de los minutos se iban apagando lentamente, entonces teníamos que cuidar para mantener en llama. Parecido pasa cuando una persona se convierte a cristo mayormente tiene un fuego ardiente en el corazón, en su vida, pero luego por razones diferentes se va apagando, y surgen la pregunta ¿que hacer cuando el fuego empieza a apagarse?
Parecería sencilla, pero debemos poner dedicación y perseverancia. En 2da Timoteo 1,6 Pablo escribe: «Por lo cual te invito a que reavives el Don de Dios por la imposición de mis manos«. Esta acción implica dar un paso adelante, buscar ayuda de acompañamiento, deja que otro te extienda las manos y te brinde su apoyo. Si la pasión por Jesucristo en tu vida, el fuego de Dios en tu corazón ha comenzado a enfriarse, aviva el fuego.
Junte las leña o sople los carbones sobre el altar de tu corazón, sepas el gobierno no te ayudará, una empresa tampoco. Dios es tu fuente de recursos, pero debes acercarte a él teniendo en cuenta esta experiencia del salmista en el Salmo 42:1 que dice: «como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.»
Tengas siempre en cuenta que cuando la pasión por Jesucristo se marchita en el corazón de un hombre y de una mujer, el hogar comienza a sufrir y este empieza a contagiarse en las diferentes áreas, ya sea familiares, eclesiásticas o en la sociedad dañando hasta no poder. Mantén el fuego encendido, no dejes que se apague, para esto te doy este último consejo de Juan 15:5 en donde Jesús dice: «Separados de mí, nada podéis hacer.» Acércate cada día a la fuente correcta que te mantendrá en llama espiritual, y así vivirás con ese fuego ardiente del primer amor en el corazón.
Ores así, Dios me acerco a ti para que avives el fuego de tu espíritu dentro de mi, tu eres la única fuente de vida eterna. Te entrego a ti todas las cosas que me llevan al apagón espiritual, desde hoy seguiré firme en tu camino, con la ayuda de Cristo Jesús, Amén.